HOME Back

Use the

Planning a Trip to Japan?

Share your travel photos with us by hashtagging your images with #visitjapanjp

10 curiosidades de Japón que Enrique Alex descubrió en su viaje por Tohoku

 

Enrique Alex, viajero incansable y gran apasionado de Japón, nos cuenta las 10 cosas que no sabía del país y que él mismo descubrió viajando por la región de Tohoku. “De Japón se habla mucho, pero no es hasta que se viaja hasta allí cuando se perciben pequeñas cosas que hacen de él un lugar tan especial. Es el país en el que todo es diferente, un sitio en el que cada día es una sorpresa”, comenta.

 

Tohoku se encuentra al norte de Honshu, la isla principal de Japón, y a menos de dos horas en tren bala de Tokio. Es una de las regiones más inexploradas por los viajeros pero que Enrique ha visitado durante algunos de los viajes que ha realizado por el país.


Estas son las 10 curiosidades que él mismo descubrió y quizás no sabías:

 

1. Taxis con sorpresa

Los medios de transporte público más habituales son el tren y el autobús, que se han modernizado muchísimo con el paso de los años. El taxi es una categoría aparte con pequeños detalles cuidadísimos para distinguirse del resto de opciones de transporte. En estos coches clásicos, habitualmente negros o amarillos y con conductores que llevan guantes blancos, encontrarás una decoración interior con tapetes como los que hace tu abuela. Pero tienen una sorpresa que no te imaginas y que descubrí en el camino al hotel, ubicado en la playa de Jodohagama, prefectura de Iwate: las puertas se abren y cierran solas cuando el conductor activa el mecanismo. Este sistema se ideó en los años 50 con muchos objetivos en mente como la comodidad o la accesibilidad, pero sobre todo teniendo en cuenta la seguridad.


2. El arte de las geisha

Hay mucha desinformación con respecto a las geisha. Desde una perspectiva occidental incompleta se puede pensar que su negocio tiene que ver con el sexo, pero nada más lejos de la realidad. La cultura japonesa es tan profunda y compleja que sólo cuando se visita el país se puede entender la fascinación por estas mujeres que valoran el arte y la perfección por encima de todo. Suelen tocar instrumentos, bailar, hacer la ceremonia del té o contar historias, porque en el Japón tradicional, y hoy también, se valoran muchísimo las cosas hechas con mimo. 

Muchos turistas se suelen acercar a Gion, el famoso barrio de Kioto, a conocerlas, pero existen muchos lugares en Japón con zonas similares. Por ejemplo, en Tohoku, podréis encontrarlas en Aizuwakamatsu, prefectura de Fukushima, o en Kawabata, prefectura de Akita.

 

3.    La comodidad de los hoteles tradicionales

Los hoteles japoneses tienen muchísimas particularidades que los distinguen de los hoteles convencionales. Existen dos tipos de habitaciones: por un lado, están las “occidentales”, que ofrecen una experiencia similar a la que un viajero habitual conoce; y por otro las maravillosas estancias “tradicionales” o ryokan. En este tipo de alojamiento dormí en la preciosa playa de Jodogahama, una de las joyas de Tohoku. Estas tienen suelo de tatami, una zona separada dentro de la propia habitación para tomar el té y disfrutar de las vistas, y otra zona de estar con sillones. En estos alojamientos, cuando uno vuelve a la habitación, el personal ha convertido los sillones en camas, que son futones colocados sobre el tatami. Al entrar a la habitación te dan un yukata, una versión más ligera del kimono, para que te la pongas cuando te muevas por el hotel o incluso ir a un onsen (baños termales). Entre unas cosas y otras, en ningún lugar del mundo he dormido mejor que en Japón.
Otra de las curiosidades es que muchos hoteles en Japón tienen la recepción en una planta distinta de la entrada. Es muy habitual que, si la entrada es a pie de calle, la recepción esté en la primera o segunda planta, y el ascensor parará siempre en ella. Da igual que quieras ir de tu habitación a la calle, tendrás que hacer una parada en recepción. 

 

 

4. El cuidado personal más japonés: los onsen

Los onsen son la máxima expresión de la cultura tradicional japonesa. En estos baños termales la ropa no está permitida, ni ningún traje de baño. Aunque existen algunas excepciones, la norma dicta que hombres y mujeres han de estar separados. Como en el resto de tradiciones, aquí hay un protocolo a seguir: al entrar hay que sentarse en un taburete de madera y lavarse con una pequeña ducha… o al método tradicional, ¡con cubetas! A partir de aquí se trata de relajarse y cambiar entre fuentes de aguas termales calientes y otras de agua fría.

En Tohoku es aún más especial porque en esta región hay pueblos enteros que son un onsen, como Ginzan Onsen, en la prefectura de Yamagata. Este minúsculo pueblo de montaña se construyó sobre una antigua mina de plata. Cuando dejó de funcionar como tal se reconvirtió a lo que es ahora gracias a que está situado sobre un manantial de aguas termales. 

 

5. La red de trenes y estaciones

Incluso zonas tan inexploradas como Tohoku están bien conectadas mediante la increíble red de trenes del país, que incluyen a los famosos shinkansen o trenes bala. Hasta esta región se tarda menos de 2 horas desde Tokio. Una vez en Tohoku, y para llegar a algunos lugares más apartados, os recomiendo hacerlo en trenes de media distancia o en autobús. Y es que allí los autobuses no son como te imaginas. En lugar de subir, pagar y esperar a llegar al destino, al subir te darán un ticket, que corresponde a esa parada. No se paga hasta que llegas a tu destino, y la cantidad depende del trayecto que hayas hecho. Para que no haya confusiones, en los autobuses hay pantallas que van indicando las zonas del trayecto y actualizando el precio a abonar. Como turista puede parecer complicado, pero en realidad es la forma más sencilla de hacerlo y los conductores de autobús son siempre amables y atentos con quienes tienen dificultades para entender el mecanismo.

Algo que siempre me sorprende en cada visita es lo enormes que pueden llegar a ser las estaciones: auténticas ciudades bajo tierra con restaurantes, supermercados, boutiques y tiendas de todo tipo. Os recomiendo perderos por alguna y comprobarlo, especialmente en las ciudades grandes como pueden ser Tokio o Sendai, capital de la prefectura de Miyagi. ¡Es absolutamente gigante!

 

6. La comida del invierno

Parte de la riqueza cultural japonesa está en la celebración que se hace de las estaciones. El arte, las festividades, la vestimenta, las tradiciones y también la gastronomía cambian 4 veces al año. En Tohoku especialmente en invierno, se consume mucho soba, un tipo de fideos de pasta de trigo sarraceno que en esta temporada se toma con setas, algas y okra, un vegetal de textura babosa y sabor inconfundible. Quizá uno de los platos más llamativos sea el wanko soba, muy popular en la ciudad de Morioka, prefectura de Iwate. Allí existen restaurantes en los que tradicionalmente se come soba hasta que uno cae redondo. De esta forma, comer se convierte en una especie de competición para ver quién es capaz de comer más. El personal va llenando el cuenco sin parar hasta que ya no puedes más. Este tipo de restaurantes tienen una tablilla con el nombre de la persona que ostenta el récord de boles de wanko comidos. Yo lo intenté y me quedé en 91 boles… ¡A casi 100 del récord!

 

 

7. La comida japonesa

Al contrario de la creencia popular, el sushi no es una comida del día a día, igual que en España no comemos paella cada día. El plato más consumido en Japón es el ramen, que son fideos en caldo con una variedad de ingredientes y que, personalmente, es de mis comidas japonesas favorita. También son muy habituales las pelotitas de arroz rellenas u onigiri, las cajas de bento que se comen en el tren, el donburi… Si hablamos de restaurantes, la gran mayoría sirven comida tradicional japonesa: desde el propio ramen hasta yuba, soba, udon, sushi, okonomiyaki, variedades de tofu… Y aquí os voy a hacer una recomendación: cuando vayáis, disfrutad de la gastronomía local en lugar de ir a cadenas internacionales. La cocina japonesa es muy rica en matices y sabores y, además, muchos restaurantes ofrecen recreaciones en cera de sus platos en el exterior para que sepamos qué pinta tienen, ¡así que prejuicios fuera!
Recorrer Japón a través de sus sabores es otra estupenda manera de conocer sus tradiciones. En Tohoku cada prefectura tiene sus platos típicos; algunos de los favoritos de los locales son kiritanpo (arroz en brochetas que se tuestan al fuego) o los fideos udon inaniwa, ambos de la prefectura de Akita.

 

8. El respeto por lo común

Algo que ocurre en muchos pueblos del interior, e incluso en barrios de grandes ciudades, es un detalle que no suele pasar desapercibido entre los viajeros: ¡no hay aceras! La zona peatonal está delimitada únicamente por una línea en el asfalto, y aquí el talante japonés juega un papel fundamental respetando el lugar de cada uno. Igual que ocurre con las papeleras. Incluso sin su presencia todo está limpio: no hay colillas, ni plásticos, ni latas por el suelo… ¡Nada! El espacio público es percibido como un espacio de todos y de nadie, así que si algo sobra, lo guardan y lo tiran en casa. 

 

9. El apasionante mundo religioso de Japón

En Japón se profesan de manera tradicional dos religiones diferentes: el sintoísmo, originaria de Japón; y el budismo, importado de otros países asiáticos. Sin embargo, los japoneses, en su mayoría, no creen en religiones en particular sino en aspectos de ambas que aplican a su día a día. Este sincretismo religioso se traslada también a los templos. Cuando veáis un torii, uno de los símbolos de Japón, lo más probable es que estéis ante un santuario sintoísta. Estas puertas, que simulan la separación entre el mundo terrenal y el mundo divino, eran originalmente blancas, pero pasaron a ser rojas o anaranjadas hace siglos por considerarse un color contra el mal. Se suelen ver a la entrada de santuarios, pero también en lugares que se consideran misteriosos o místicos, o incluso en paisajes de gran belleza natural. 
Si, por el contrario, os encontráis con una pagoda, lo más probable es que se trate de un templo budista, aunque no son pocos los que cuentan tanto con un torii como con una pagoda. Cuando lleguéis a uno fijaos de nuevo en los detalles, porque en pocos lugares del mundo conviven de forma tan armónica diferentes religiones.

 

10. El idioma japonés

Los paisajes, la gastronomía y las tradiciones pueden ser enormemente distintos según la zona de Japón en la que os encontréis, pero el idioma no varía y conocerlo es una manera perfecta de empezar a aprender de la cultura nipona. El idioma japonés es fonético y está basado en sílabas que, combinadas, dan origen a las palabras. Pero si los sonidos de una palabra no coinciden con sus sílabas, los adaptan para que suenen parecidos. Por ejemplo, yo me llamo Enrique Alex, pero no hay sílabas en japonés para componer dos palabras así, así que lo convierten en e-nu-ri-ke a-re-ku-su. Personalmente me fascina la fonética japonesa y en mis viajes siempre intento descomponer lo que escucho en sílabas porque los japoneses agradecen mucho cuando les dices algo en su idioma.

Si viajáis al país, contad con que el lenguaje no verbal es importantísimo aquí. Y aunque una gran parte de los japoneses entiende el inglés, no es habitual que se animen a hablarlo si no se sienten totalmente capaces de hacerlo. Para salvar los pequeños malentendidos con el idioma, en los restaurantes de las ciudades más visitadas por extranjeros suele estar todo escrito en inglés.

 

 

Sin duda este país es tradición y modernidad, es cultura y gastronomía, y en ningún lugar siento que aprendo tanto como cuando viajo por Japón.

 

En este otro artículo podréis descubrir mi top 3 de cosas que hacer en Tohoku

 

 

 

Please Choose Your Language

Browse the JNTO site in one of multiple languages