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Entrevista a Maialen Chourraut

 

La piragüista profesional Maialen Chourraut, tuvo sus primeros contactos con el piragüismo en 1995 en el club Atlético San Sebastián. En el año 2000 fue convocada por primera vez desde la selección estatal para competir en el Campeonato del Mundo Junior en Bratislava y, a partir de ese momento, comenzó su escalada deportiva logrando un impresionante palmarés con más de 10 podios entre Juegos Olímpicos, Campeonatos del Mundo y Campeonatos de Europa. En el contexto del año de intercambio Euskadi-Japón, entrevistamos a la deportista profesional que alcanzó la medalla de plata en los JJ.OO. de Tokio 2020 para conocer de primera mano sus vivencias en Japón, así como su opinión sobre las sinergias entre este país y Euskadi.

 

 

Empezó en el mundo del piragüismo tan solo con 12 años, ¿cuál fue su motivación para empezar a practicar este deporte? ¿Qué objetivos deportivos tenía durante estos primeros años?

Desde pequeña me ha apasionado el deporte.  Practiqué diferentes deportes hasta que el piragüismo me conquistó.  Empecé con unos cursillos de verano en la playa de La Concha, en San Sebastián.  Me lo pasaba tan bien que el siguiente verano volví a repetir.  De esta manera, a los 12 años, terminé siendo parte de la sección de piragüismo de slalom del club Atlético San Sebastián (mi actual club). Desde el principio tuve muy buenos entrenadores y compañeros de grupo. Nos enseñaron los entresijos del deporte y nos transmitieron valores positivos como el compañerismo, trabajo en equipo, la perseverancia, el esfuerzo …  Así, no fue difícil enamorarse de este deporte.

Al principio tuvimos que aprender a remar en línea recta, después la técnica del esquimotaje (dar la vuelta junto a la piragua, una vez nos hemos volcado)… Fuimos poco a poco adquiriendo habilidades y destrezas para poder empezar a remar en la corriente de los ríos.  Cada nuevo aprendizaje suponía un reto, que una vez conseguido, me llenaba de alegría.  El objetivo deportivo de aquel entonces, era el ir superando esos retos, con los cuales, fui adquiriendo herramientas para manejarme cada vez con más soltura en la piragua. 

 

Actualmente cuenta con tres podios olímpicos y otros muchos logros. ¿Cómo se siente al conquistar semejantes distinciones?

 

Para mí, mi primer resultado de éxito personal en este deporte, fue aprender hacer el esquimotaje (la técnica de dar la vuelta con la piragua una vez nos hemos volcado). Me daba bastante miedo volcarme y me costó soltarme en este aspecto.  Me acuerdo perfectamente el día en que esquimoteé por primera vez en el río. 

Sin embargo, los resultados a nivel de competición, fueron llegando poco a poco. He tenido una progresión tardía. Primero, empecé a acercarme a los puestos de finalista en Copas del Mundo, luego llegó la primera final, la primera medalla internacional,…   El 2008 acudí a los Juegos Olímpicos de Pekín, mis primeros Juegos, quedando 16ª con una muy mala competición, habiéndolo sentido como un gran fracaso deportivo.  El año 2009 fui subcampeona del Mundo, con 26 años.  A partir de entonces, empecé a frecuentar los podios internacionales.   Después de un ciclo olímpico con buenos resultados, el 2012, conseguí mi primera medalla olímpica en Los Juegos Olímpicos de Londres, quedando 3ª.  Fue un gran logro, pero me supo a poco, ya que me encontraba a un gran nivel.  Sentí que se me escapaba la oportunidad de ganar unos Juegos Olímpicos.

El 2013 nació mi hija y emprendimos un proyecto ilusionante de cara a los Juegos de Río 2016.  Soñaba con ser campeona olímpica mientras vivía con intensidad los primeros años de mi hija.  Y habiéndolo visualizado y soñado durante noches y días enteros, lo conseguí. Realmente, fue una auténtica locura las emociones y sentimientos que estallaron en aquel momento.

Acabados los Juegos Olímpicos de Río 2016 y vinieron temporadas difíciles para mí. Una lesión tras otra, el fallecimiento de mi padre en 2019, además de la desesperación de no encontrar material apropiado con el que sentirme libre en el agua, ya que después de los Juegos de Río cambiaron la normativa de las embarcaciones y la mía dejó de ser válida para la competición. 

El 2020 llegó la pandemia del COVID. Muchísima incertidumbre y situaciones muy duras en muchas familias.  Los Juegos de Tokio 2020, se retrasaron un año.  Para mí 

fue una gran oportunidad.  Una bombona de oxígeno.  Se me brindaba la opción de poder preparar la competición durante un año más.  Un año sin problemas y continuidad en los entrenamientos, con un objetivo claro.  Remar en mi mejor versión en Tokio. 

Lo volví a hacer.  No me lo creía.  Esta vez quedé 2ª.  Una medalla de bronce que me supo a oro.

Al final, analizando mi carrera deportiva, veo que los resultados, han venido de una forma progresiva.  Con el tiempo y el trabajo, he ido aprendiendo a relativizar la situación.  A perder el miedo a hacerlo mal.  A ser consciente de que puede que me salga bien, y puede que me salga mal, pero sabiendo, que hasta ese momento me he esforzado mucho y que sé que estoy bien preparada para poder afrontar la situación lo mejor posible. Y sobre todo, a disfrutar de esos momentos de alta tensión en los cuales, me cuesta incluso pronunciar un simple sí o no. 

He tenido muchos más fracasos que éxitos.  Mundiales en los que he dado pena remando, entrenamientos que no he sabido sacar adelante por una exigencia demasiado alta etc.  Pero esos fracasos, sobre todo los de las grandes competiciones, siempre me han dado una fuerza interior especial, que no me dan las competiciones bien hechas.  Cuando algo no me sale como quiero, me enfurezco y suelo tener aún más ganas de entrenar más y mejor.  De no querer a volver a repetir esa mala experiencia de impotencia, me suele quedar algo en el interior que no me deja en paz hasta que no consigo sacar lo mejor de mí en una gran cita.  Puede que tenga que pasar un año o incluso 4 años, como me pasó con los Juegos de Pekín y luego los de Londres.

Los éxitos deportivos, sin embargo, me dejan otra sensación.  Cuando consigo cumplir los objetivos marcados, me siento liberada, totalmente en paz.  Siento una ligereza en el cuerpo y una tranquilidad interior difícil de describir.  A pesar de ello, me gusta desprenderme rápido de esta sensación y enfocarme de forma rápida en nuevos objetivos. No me siento cómoda viviendo del éxito pasado, disfruto el momento de la consecución y mucho,  pero si no lo dejo atrás, se convierte en una pesada carga que no me deja vivir el presente. 

 

Haciendo referencia a su último logro olímpico de Tokio 2020, ¿cómo es la preparación para una cita de esta magnitud? ¿Tuvo Tokio 2020 una preparación como las anteriores o hubo elementos dispares?

En cada Juegos Olímpicos que he participado, me he encontrado en un momento vital diferente. En consecuencia, la preparación también ha sido distinta pero al mismo tiempo, la forma de trabajar ha sido la misma. 

Al planificar un ciclo olímpico (normalmente de 4 años, exceptuando el de Tokio  2020, de 5 años y París 2024, 3 años), marcamos junto a mi entrenador la fecha clave en rojo.  Una vez hecho esto, construimos todo lo demás, con el objetivo bien claro: queremos llegar a esa fecha clave en el mejor momento de forma, confianza y sensibilidad con el agua.  Todo lo que vayamos viviendo durante el ciclo olímpico, estará totalmente enfocado en el día X marcado en el calendario. 

 Mi forma de encarar una cita importante de gran magnitud, como la de los JJOO de Tokio, es obsesiva.  Puede que no sea la mejor manera de preparar una competición, pero yo no puedo evitar hacerlo así.  Cada día del ciclo olímpico entreno con la vista puesta en esa cita. Visualizo momentos de ese futuro continuamente.

El ciclo olímpico de la preparación de los Juegos de Tokyo fue difícil para mí. Deseaba con todas mis ganas llegar en un estado de forma óptimo, confianza en altos índices y técnicamente hábil en el agua pudiendo sacar adelante circuitos exigentes siendo rápida.  Pero parecía que el buen estado de forma no llegaba de una manera ni otra. Aún y todo, la ilusión y la esperanza de poder llegar bien seguía estando intacta. 

El año 2020 apenas competimos por la pandemia del COVID.  Sin embargo, en el año 2021 se celebraron competiciones internacionales previos a los JJOO de Tokyo donde pude participar.  Aprovechamos esas competiciones para poner a prueba todo lo entrenado de cara a los Juegos y fuimos sacando datos para terminar de encarar la recta final.  Fueron competiciones en las que ya empezaba a acercarme a la Maialen que queríamos ver en los Juegos. 

Tanto mi entrenador como mi psicólogo me marcaron desde el principio que tenía que ir a por mi mejor versión.  A por mi buena bajada, sin preocuparme ni entrar en comparaciones respecto a las demás deportistas.  Centrar la atención en qué y cómo tenía que hacer para remar en mi mejor formato.  Si lo conseguía hacer, la satisfacción personal ya estaría garantizada, que realmente era lo importante. 

 

¿Cómo fue su experiencia en Japón? ¿Era su primera vez en el país?

Tengo un gran recuerdo de la experiencia vivida tanto en la preparación como en los Juegos Olímpicos del 2020.

En nuestro deporte, es muy importante conocer el canal artificial o el río donde se vaya a competir.  Por ello, a finales del año 2019, hicimos dos estancias de dos semanas cada una en Tokio, tanto para entrenar como para competir en el test olímpico en el canal de Kasai, donde se llevarían a cabo los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. 

Todavía no había llegado la pandemia del COVID, por lo que nos podíamos mover libremente por la ciudad.  Acudí junto a mis compañeros del  Equipo Nacional de Piragüismo Slalom, mi marido (que es mi entrenador) y nuestra hija Ane (que entonces tenía 6 años). 

Nunca antes habíamos estado en Japón.  Nos fascinó la ciudad de Tokio, que era donde nos alojábamos, su riqueza cultural y excelente comida.  Las dos estancias fueron intensas.  Como entrenábamos mañana y tarde de cara a la preparación de los Juegos Olímpicos nuestro tiempo de explorar la ciudad fue limitado pero disfrutamos muchísimo de la estancia en una de las ciudades más vibrantes y tecnológicas del mundo.  

En teoría teníamos que hacer 2-3 concentraciones más antes de los Juegos, pero a causa de la pandemia se cancelaron los entrenamientos planificados. 

Tanto mi familia como yo, nos quedamos con un fuerte deseo de regresar a Japón para explorarlo más a fondo y conocer sus rincones ocultos, ya que una vez en los Juegos Olímpicos, no tuvimos oportunidad de poder salir de las instalaciones olímpicas, tanto por protegernos nosotros como por proteger a la población japonesa del COVID. 

 

¿Hubo algún elemento cultural o social que le llamase especialmente la atención durante su estancia en Japón?

Me impresionó la dedicación y la ética de trabajo, la educación y la cortesía de la población tokiota. Fue inspirador ver cuánto valor ponen en sus empleos y en la excelencia en lo que hacen.

La amabilidad, el trato respetuoso, la apreciación hacia las normas sociales y la paciencia de la gente hicieron que mi experiencia en Tokio fuera aún más memorable.

La limpieza de la ciudad era asombrosa. Cada rincón de las calles, parques, espacios públicos, vestuarios … todo estaba impecable.

Al mismo tiempo, el silencio que caracteriza a Tokio, a pesar de ser una metrópolis con tanto movimiento, fue algo que me sorprendió gratamente. Este respeto por el silencio y la paz contribuye a crear una sensación de calma, incluso en medio del ajetreo y el bullicio de la vida urbana.

 

Como hemos mencionado, usted compitió en Tokio, la ciudad más poblada de Japón y capital del país. ¿Cómo se sintió al visitar esta increíble urbe? ¿Qué recomienda visitar allí?

 

Fue una experiencia cultural enriquecedora e inolvidable que me hizo apreciar aún más la belleza de la sociedad japonesa.

En Tokio hay muchísimos lugares recomendables para visitar como por ejemplo, el Templo Senso-ji, el templo budista más antiguo de Tokio, lugar impresionante y culturalmente significativo; el Palacio Imperial, con sus hermosos jardines; el Cruce de Shibuya, una de las más concurridas del mundo; el barrio de Harajuku; el Mercado de Pescado de Tsukiji; el Parque Ueno; el barrio de Odaiba; el Monte Fuji, que teníamos la suerte de divisarlo desde el canal de Kasai los días despejados y cómo no, el Canoe Slalom Centre de Tokio que se encuentra al lado del parque Kasai Rinkai. En esta zona se puede pasar una bonita mañana o tarde visitando el canal de aguas bravas, dando un paseo por el parque de Kasai Rinkai, subiendo a la noria que se encuentra allí donde se puede disfrutar de sus vistas panorámicas y para terminar, visitando el Tokyo Sea Life Park. 

 

¿Qué le pareció el Canoe Slalom Centre de Tokio, la primera instalación de estas características en Japón que fue diseñado específicamente para la práctica del piragüismo y disciplinas similares, situado al lado del parque Kasai Rinkai, en el distrito Edogawa de Tokio?

En el Canoe Slalom Centre de Tokio se ubica el canal olímpico de los Juegos de Tokio.  Los japoneses son muy afortunados de contar con este canal para entrenar, ya que es un lugar de entrenamiento y competición muy completo.  El agua corre formando diferentes figuras donde los piragüistas tienen la oportunidad de entrenarse desde los inicios deportivos en su canal de iniciación y calentamiento, hasta el alto rendimiento en su canal de competición.  A la par, es un lugar donde poder practicar otros deportes de aguas bravas de forma más segura y divertida. 

 

Además de Tokio, ¿pudo visitar algún otro destino? ¿Hubo algo en particular que le sedujo o que le gustaría destacar?

 

No pude visitar ningún otro destino además de Tokio.  Se me quedó esa espinita clavada.  Nuestra hija siempre nos recuerda que tenemos un viaje pendiente a Japón para poder conocerlo mejor y disfrutar tanto de su cultura como de su tradición, respeto a sus valores culturales, gastronomía, filosofía, naturaleza, hospitabilidad y amabilidad de sus ciudadanos. 

 

¿Cuál es el próximo destino en el que va a competir? ¿Se encuentra en proceso de preparación?

En estos momentos me encuentro en plena preparación para los Juegos Olímpicos de París 2024.  Todavía no estoy clasificada, ya que entre marzo y abril del 2024 se va a definir el Equipo Olímpico.  Para ello tendremos unas pruebas selectivas, las cuales las estoy preparando.  Para mí es un sueño poder volver a competir en unos Juegos Olímpicos, por lo que estoy trabajando con mucha ilusión y empeño. 

 

Según hemos leído en su cuenta de Twitter, se considera “Amante de la buena mesa”, ¿hay algún plato o receta japonesa que le fascine?

El viaje a Tokio fue todo un placer culinario.  Pudimos degustar todo tipo de comida, desde el delicado fugu (pez globo), hasta las chucherías japonesas. Sabores diferentes a los que estamos habituados y tan ricos al mismo tiempo. 

Nos hicimos clientes habituales de un “kaiten-sushi” que se encontraba cerca de nuestro alojamiento, ya que a nuestra hija le fascinaba ver y elegir la comida  que pasaba por la cinta y una vez comido, clasificando los platos según su color y número de platos.

Pero en general, cocinábamos en el hotel, ya que disponíamos de una pequeña cocina. A mí me gusta mucho cocinar, y no veáis cómo disfrutaba yendo a hacer la compra de la comida en los establecimientos del barrio en el que nos alojábamos.  Era una gozada pasear por los pasillos de los productos frescos, arroces, pescado y marisco, fideos, sopas y caldos, productos precocinados, la repostería japonesa con esa estética tan cuidada y delicada,… ¡Qué bonitos recuerdos!

 

Este año se celebra el Año Euskadi-Japón 2023. ¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre estos dos destinos?

 

Euskadi y Japón son dos regiones muy diferentes en términos geográficos, culturales y tradiciones, pero, aun así, existen similitudes y conexiones interesantes entre las dos áreas.

Para empezar, ambos lugares tiene idiomas que son únicos: el euskera y el japonés,  que no tienen relación con ningún otro idioma conocido en el mundo.

Asimismo, tanto Euskadi como Japón son lugares donde hay una gran tradición culinaria, las cuales comparten un respeto por los ingredientes de calidad, una atención al producto fresco y de temporada y una apreciación por la comida bien elaborada y presentada. También valoran la tradición culinaria y tienen platos representativos que reflejan su herencia cultural única.

Ambas regiones cuentan con una historia relacionada con la navegación y pesca.

Y para terminar, Euskadi y Japón cuentan con unos paisajes naturales impresionantes. 

Euskadi y Japón son lugares únicos con su historia, lengua y tradición culinaria distintiva que los hacen tan especiales. 

 

Y, por último, ¿volverá a Japón? ¿Cuándo tiene pensado hacerlo?

A corto plazo, no tengo previsto volver a Japón, ya que mientras siga activa deportivamente es difícil encontrar fechas en el calendario para poder viajar, pero es un viaje que ha quedado pendiente en mi familia, ya que a causa de la pandemia nos quedamos sin poder conocer como nos hubiera gustado Japón.  Nos quedaron muchas visitas y actividades pendientes a hacer. 

Tenemos recuerdos muy bonitos de cuando estuvimos allí.  Vivimos situaciones muy especiales, fuimos recibidos con los brazos abiertos y nos cuidaron con mucho mimo. 

 

 

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