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GUÍA La ceremonia del té japonesa Las ceremonias del té convierten la hospitalidad en una forma de arte

Aunque es originaria de China, la ceremonia del té se ha convertido en una de las experiencias más típicamente japonesas

Este ritual eleva la sencilla tarea de preparar un té para un invitado a toda una suerte de arte, que implica una intrincada serie de movimientos realizados en un estricto orden y muy apreciados por sus destinatarios.

La ceremonia del té o, como se traduciría literalmente, la «forma del té», es, en muchos sentidos, todo un microcosmos del sentido de omotenashi tradicional japonés o, lo que es lo mismo, cuidar a los invitados con todo corazón.

En japonés, a la ceremonia del té se la llama chanoyu, o sado, mientras que el arte y el acto de preparar y presentar el té verde matcha en polvo se conoce como otemae. Los chakai son reuniones informales que se llevan a cabo para apreciar el ritual del servicio del té, mientras que a los encuentros más formales se los denomina chaji. En el senchado, otra versión menos común de la ceremonia, se utilizan hojas de té.

Servir el té es toda una forma de arte en Japón

Raíces en el budismo zen

La ceremonia del té está considerada como una de las tres artes clásicas del refinamiento japonés y, al igual que sucede con la apreciación del incienso kodo y los arreglos florales kado, sus orígenes se remontan al budismo zen y el año 815, cuando, tras su regreso de China —donde el té ya se consumía desde hacía más de un milenio—, el monje Eichu se encargó de preparar personalmente un sencha para el emperador Saga.

Impresionado, el emperador ordenó que se cultivaran plantaciones de té en la región Kinki, en el oeste de Japón, y la nobleza comenzó a consumir esta bebida. Sin embargo, el té no empezó a popularizarse de una forma más amplia hasta el siglo XII.

Los orígenes de esta tradición se remontan al budismo zen

Rituales religiosos de los monjes

El té verde comenzó a utilizarse en las ceremonias religiosas de los monasterios y, poco después, la práctica de tomar té quedó asociada a las élites de la sociedad japonesa. Las fiestas del té se pusieron de moda y, por otra parte, la creencia de que el mejor té verde era aquel que se cultivaba en Kioto a partir de semillas traídas desde China por otro monje, recibió una amplia aceptación.

El amanecer del período Muromachi, entre 1336 y 1573, vio surgir la estética típica de Japón, también en la ceremonia del té, de manera que, llegado el siglo XVI, tomar té se había convertido ya en una práctica habitual en todos los niveles de la sociedad japonesa.

Sen no Rikyu, posiblemente la figura más conocida en la historia del té japonés, mantenía la filosofía de que hay que saber apreciar cada reunión porque se trata de un momento único que nunca se podrá revivir de forma idéntica. Además, identificó los principios que han de incorporarse a la ceremonia del té: armonía, respeto, pureza y tranquilidad.

La opinión general sostiene que el mejor té verde del país se cultiva en Kioto

Escuelas de la ceremonia del té

Aunque los maestros modernos siguen las mismas normas, existen decenas de escuelas de té, cada una de ellas con sus propias y sutiles diferencias.

Tradicionalmente, las ceremonias del té se celebran en las casas de té —chashitsu—, construidas para tal propósito y dotadas de suelos de tatami y un hogar incorporado. Para su construcción y diseño se utilizan deliberadamente materiales rústicos.

El maestro del té utiliza una serie de utensilios especializados, como el cuenco de té chawan, una cuchara de bambú para el té en polvo y un chasen, también de bambú, para batir el té.

Para la preparación del té se emplean utensilios especiales

Procedimientos precisos

Si bien las acciones precisas de las ceremonias del té varían ligeramente según las escuelas, todas presentan también varias similitudes entre ellas. Por ejemplo, los invitados tienen que descalzarse antes de ser conducidos a la sala de espera de la casa del té. Una vez saludados por el anfitrión con una silenciosa inclinación, proceden a purificarse ritualmente, lavándose las manos y enjuagándose la boca en un lavabo de piedra antes de entrar en la sala de los tatami, donde se espera que hagan algún comentario sobre el pergamino que cuelga en la hornacina o el arreglo realizado con flores de temporada.

Una vez que los invitados se han arrodillado, el maestro del té comienza la ceremonia, limpiando los utensilios de forma meticulosa y en un orden preciso. El té se prepara en una tetera, sobre un fuego de carbón, prestando una atención similar a los detalles. Una vez listo, se vierte en un cuenco y se entrega al invitado más importante.

Este tendrá que alzarlo como muestra de respeto al maestro del té, girarlo ligeramente para no beber por la parte delantera, tomar un sorbo y, seguidamente, elogiar al maestro por el sabor del té y la calidad del cuenco. Posteriormente, el cuenco se pasa al siguiente huésped, que repite el mismo procedimiento, y así sucesivamente hasta que todos y cada uno de los presentes hayan probado el té.

El maestro del té lleva un atuendo tradicional durante la ceremonia.

La importancia de la etiqueta

La etiqueta , una parte importante de la experiencia, dicta que el maestro del té presida la ceremonia ataviado con un kimono, algo que también deben cumplir quienes asistan como invitados a ceremonias formales. Sin embargo, esto último no es necesario en el caso de los rituales que se celebren con el solo propósito de mostrar a los visitantes cómo se desarrolla este tipo de ceremonias. Aunque no se tienen en cuenta los pequeños errores, si tienes la oportunidad de asistir a una ceremonia del té, deberías esforzarte por seguir los pasos apropiados.

Mientras el anfitrión prepara un segundo cuenco de té más fino, se pueden servir pasteles dulces a los participantes, quienes, además, tendrán que hacer algún comentario sobre la belleza del entorno y la artesanía de los utensilios empleados en la ceremonia. Como parte de la ceremonia del té, a menudo se sirven comidas ligeras y estéticamente hermosas, preparadas con ingredientes de temporada.

Numerosos templos, jardines japoneses tradicionales, instalaciones culturales y hoteles cuentan con casas del té en las que los visitantes pueden disfrutar de una ceremonia, especialmente en Kioto —la antigua capital—, que sigue siendo el epicentro de la cultura tradicional de Japón. Y aunque una ceremonia completa y formal del té puede durar varias horas, muchos lugares ofrecen versiones abreviadas que pueden ser más adecuadas para los invitados extranjeros.

Se suelen servir pequeñas comidas con el té

Estudiar la ceremonia del té

En todo el país hay escuelas para que cualquier persona a la que le interese esta tradición milenaria pueda aprender a apreciar el té y los meticulosos pasos característicos de la ceremonia. Estos cursos siguen gozando de gran popularidad entre las mujeres jóvenes y, aunque el uso de la gracia y etiqueta apropiada se ve como una marca de respeto, también se considera que, para llegar a dominar su arte, son necesarios muchos años. De hecho, hasta los maestros de las ceremonias, que han dedicado gran parte de su vida a sus complejidades, insisten en que todavía son aprendices.



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