Un ascenso desafiante con templos y santuarios
El monte Hiko cuenta con uno de los ascensos con mejores panorámicas de Kyushu y su historia se entrelaza con la de la tradición budista del shugendo. Se halla a poco más de 1 hora en coche de la ciudad de Fukuoka y es una de las mejores oportunidades para poner a prueba tus piernas. La caminata más larga tiene 17 kilómetros y puede completarse en unas 5 o 7 horas.
No te pierdas
- La hojarasca en otoño: Si bien la visita al monte Hiko merece la pena todo el año, puede que el otoño sea la mejor estación por el cambio de tonalidades de las hojas, que transforman el paisaje
- Los santuarios: El monte Hiko fue la cuna del entrenamiento de la práctica budista del shugendo, por lo que cuenta con una significativa colección de templos y santuarios
Cómo llegar
Aunque se puede llegar al monte Hiko en transporte público, lo ideal y más sencillo es viajar en coche.
La línea Hitahikosan conecta la estación de Hikosan con la de Kokura, pero debido a las fuertes lluvias, una parte de la línea se encuentra cerrada y los pasajeros deben tomar un autobús desde la estación de Soeda. El trayecto dura casi 2 horas y se deben realizar por lo menos, dos transbordos. Hay autobuses locales que te llevarán desde la estación de Hikosan hasta Hikosan Bessho, a los pies de la montaña.
Los picos más altos
La ruta de ascenso al monte empieza en Hikosan Bessho, desde donde tendrás que subir una escalinata empedrada para llegar a Hohei-den, un santuario y un Importante Bien Cultural construido en 1616. Desde Hohei-den, hay otra escalinata que conduce directamente a la cima, pero también puedes tomar el camino alrededor de la montaña para visitar sus tres picos principales.

El más alto es Minami-dake, con 1119 metros de altitud. Las vistas desde la cumbre son espectaculares y, en otoño, el cambio de tonalidades de las hojas es simplemente maravilloso. Los fogosos contrastes rojos, dorados y morados añaden aún más majestuosidad al paisaje.
Santuarios sublimes
El monte Hiko fue el principal centro de entrenamiento de la doctrina budista conocida como shugendo, que se caracteriza por el ascetismo de montaña, por lo que cuenta con una maravillosa colección de templos y santuarios. El más grande y majestuoso es el Hohei-den, que en su día fue una sala de lectura y que destaca por su historia y magnífico tejado con tejas de madera. De menores dimensiones pero igualmente impresionante es el Tamaya-jinja, situado al pie de un acantilado. Por su lado, el santuario Daiminami-jinja se erige en la socavadura del voladizo de un acantilado.

El santuario Jogu-jinja se alza en lo alto de Naka-dake, el pico medio de la montaña, y mantiene conexión con el de Hikosan-jingu, a los pies del monte. El último santuario de la ruta principal es el Takasumi-jinja, cuyo interior alberga una estatua de bronce de un toro que si lo acaricias, presuntamente trae suerte. Los cuernos y la nariz están más pulidos que el resto del cuerpo.
Árboles más que centenarios
La mayoría de los bosques centenarios del monte Hiko han escapado a las plantaciones de cedros para uso comercial que se encuentran por todo el país. Destaca Onisugi, un gigantesco cedro que se estima que tiene unos 1200 años de antigüedad.
De camino
En Soeda-machi, a los pies del monte Hiko, se alza Hikosan-jingu Hohei-den. Se estima que su construcción fue en el año 740 y en él residían practicantes del shugendo. La estructura actual data del año 1616. Cada mes de abril, el Hohei-den es testigo del pistoletazo de salida del Festival Gojinkosai.
