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Experiencias viajeros La Volátil: “Una cosa es ver un templo en una foto y otra es verlo allí. En vivo todo es más mágico en Japón, y toda esa magia me ayudó a hacer mi viaje interior”

Biografía: Diseñadora gráfica y dibujante argentina, afincada en España, ilustra su forma de ver la vida a través de su alter ego "La Volátil" y, como ella misma dice, vive de hacer "dibujitos".

 

Entrar en el mundo de “La Volátil” es hacerlo en un lugar donde el arte, el ingenio, la autenticidad y la creatividad se ponen al servicio de una forma única de contar historias y emocionar al lector. “La Volátil” es el alter ego de la diseñadora gráfica e ilustradora argentina Agustina Guerrero, nacida en Buenos Aires y residente en Barcelona desde el año 2003. Su trayectoria literaria comenzó allá por 2013, cuando publicó su primer libro juvenil, “Nina. Diario de una adolescente”. Desde entonces, ha conseguido introducir en un mundo propio y enganchar a miles de lectores gracias a “Diario de una Volátil”, “Érase una vez la Volátil” o “A calzón quitado”, entre otros.

 

Ahora, la autora presenta su nuevo libro, “El Viaje” (Lumen), una obra que va más allá de la simple narración de una aventura en un país desconocido: es un emocionante viaje interior que se torna realidad en Japón. En sus habitantes, en sus ciudades, en sus paisajes y sus tradiciones.

 

Hemos charlado con Agustina sobre su libro, sobre su viaje y sobre un país muy especial para ella. Además, nos ha dejado algunas recomendaciones para los viajeros.

 

Agustina, hemos leído que, para ti, Japón ha supuesto un viaje de conocimiento personal. ¿Por qué elegisteis este país tú y tu amiga Loly para vuestra aventura? ¿Esperabas que fuese un destino que te ayudaría a parar y pensar, o Japón te ayudó a darte cuenta de que realmente lo necesitabas?

 

Es algo que he pensado muchas veces, no sé qué hubiese pasado en otro destino. Elegimos Japón porque, meses antes, estuvimos en Shanghái por trabajo, nunca había pisado Asia y me quedé con ganas de más, quería seguir explorando el continente. Entonces, le propuse a mi editorial hacer un libro de un viaje con Loly, por lo bien que lo pasamos viajando juntas. En mi cabeza, mi libro iba a ser una aventura, iba a contar experiencias del viaje, anécdotas, y a hablar sobre comida también. Pero detrás había una historia mucho más potente que no pensaba contar. Japón siempre me resultó un país que quería conocer porque me llamaba mucho la atención su cultura, pero una vez allí todo lo que tenía en mi cabeza cambió, todo se magnificó. Una cosa es ver un templo en una foto y otra es verlo, tocarlo, escucharlo. En vivo y en directo todo es más mágico, y toda esa magia me ayudó a hacer mi viaje interior.

 


Cuéntanos, ¿en qué época fuisteis? ¿Qué recorrido hicisteis y en cuantos días?

 

Fuimos el 8 de mayo y volvimos el 20 de mayo. Estuvimos 5 días en Tokio. Aterrizamos allí, fue un inicio potente. Después pasamos un día y una noche en Hakone y luego nos fuimos a Kioto, donde también estuvimos 5 días. Kioto, además, lo utilizamos como base para ir a la isla de Miyajima y a otros lugares.


De todos esos destinos y lugares, ¿cuál fue tu favorito? ¿Por qué?

 

El santuario Fushimi Inari Taisha fue lo que más me gustó. Me impactó muchísimo, fue uno de los días en los que me sentí más lúcida. Uno lo ve tantas veces en las fotos… pero estar ahí lo cambia todo. Además, no había mucha gente, el clima acompañaba, todo fue redondo. El recorrido es tan bonito…


En el libro comentas que estuviste semanas planificando todo el viaje, incluso te autodenominas “miss organización”. ¿Algún consejo para aquellos que piensan en organizar por libre su viaje?

 

Previamente a viajar me informé mucho y hablé con mucha gente que había estado en Japón, al final cada uno mira y se rige por cosas diferentes. Una vez allí, hasta agradezco que me hayan dado ataques de ansiedad, porque Loly, que es de improvisar muchísimo, cogió entonces las riendas del viaje, y su improvisación hizo que pasasen cosas que no hubiesen sucedido.

Teníamos una base de destinos que no nos queríamos perder, pero el desarrollo del viaje hizo que lo tomásemos todo con un ritmo más relajado, desde esos destinos ya veremos dónde vamos según nos pinte el día.

 

Hay un lugar que me gustó mucho y que no lo vi en muchas guías, el Paseo de la Filosofía en Kioto, un sendero que bordea un canal, es un sitio superbonito, me lo recomendó mi hermano.


Como dices en el libro, os dejasteis guiar por vuestros “rayos de intuición”. ¿Qué actividad de las que no estaban agendadas ahora decís “menos mal que la hicimos”?

 

Ir a dormir a un hotel cápsula. Yo, que soy claustrofóbica, al principio me negaba. Luego fue como… lo hago, va, y al final fue una experiencia brutal que me encantó. Es para experimentarlo.


Relajarse en un onsen (aguas termales), la ceremonia del té, vestir una tradicional yukata y dormir en un ryokan, un alojamiento caro pero único para sumergirte en la cultura japonesa, son algunas experiencias que pudiste vivir con tu compañera de viaje. Es algo muy particular de Japón. ¿Qué tal la experiencia durmiendo en un ryokan? ¿Lo recomiendas?

 

Sin duda. Lo rico de Japón son sus contrastes: salimos de Tokio y nos metimos en un ryokan en Hakone, en plena naturaleza, en el silencio… fue un día increíble y muy bien invertido. Lo aconsejo. Elegimos un ryokan super tradicional, y caímos en uno antiguo donde nos atendieron muy bien y el entorno era increíble.

 


En tu libro, la gastronomía japonesa está muy presente. Como todos los viajeros que visitan el país, da la sensación de que la disfrutasteis mucho. ¿Plato favorito?

 

La noche en el ryokan nos dieron una cena tradicional en la que la chica nos explicó todos los platos y estaba todo exquisito. Incluso, probar cosas que no sabes muy bien lo que estás comiendo, le da todavía más encanto. Me gustaron muchísimo también los takoyaki de los puestos callejeros, ver cómo los hacen, comerlos tan calientes… LLevan trocitos de pulpo y me encantaron.


Como artista, ¿qué fue lo que más te sorprendió́ de Japón?

Los contrastes, también en cuanto a diseño. Por ejemplo, en librerías de Tokio, muchas revistas y libros son tan minimalistas, con un cuidado, con unos trazos… pero a la vez hay cosas super recargadas y entornos muy recargados. Los contrastes me sorprendieron en todos los sentidos, también a nivel gráfico, con libros muy cuidados y sencillos y otros que no te dan los ojos para ver tanto fluorescente. Iba continuamente pensando… “todo esto lo tengo que dibujar”.


¿Cuál es tu mejor recuerdo del viaje?

En Japón destaco la gente, aun sin entendernos, lo respetuosos que son, lo humildes que son, sus gestos corporales, cómo te muestran en respeto a través de sus movimientos, cómo intentan ayudarte a pesar de que no te entiendan. Te sonríen siempre.

 

 


Japón es un país que suele sorprender por sus colores, sin embargo, para tu libro has elegido únicamente utilizar el rojo, rosa y negro. ¿Algún motivo para esta selección?

 

A la hora de pensar en el color del libro, quería que éste fuese un idioma más, que hablase también. Siempre he utilizado muchos colores, pero en este caso quería que el color dijese algo. El negro demuestra lo que yo sentí en muchos momentos: tristeza, oscuridad. El rosa fluorescente lo contrario, representa la luz, la alegría, la antítesis al negro, todo lo positivo del viaje.

Y, en el medio, está el rojo, que comparte algo de los dos: el amor, la sangre, el dolor. Con estos colores completé la paleta para expresar lo que yo quería.


¿Ha supuesto un reto para ti “dibujar” Japón o alguno de sus lugares en particular?

 

El santuario Fushimi Inari Taisha fue el que más me costó, con todos esos torii y las inscripciones. En general, fue un reto hacer un libro sobre Japón. Me tuve que documentar mucho, porque una cosa es lo que yo haya vivido, pero quería ser muy respetuosa con su cultura y no dar información equivocada.


Y, por último, ¿qué le recomendarías a las personas que estén pensando en realizar un viaje a Japón?

 

Es importante tener sitios marcados a los que quieras ir, pero dejar mucho espacio a que las cosas sucedan. Compartimos Loly y yo mucha calma a la hora de viajar y, si vemos una calle que nos llama la atención, nos metemos y a ver qué pasa. Recomiendo dejar espacio y no ir a contrarreloj a todos los sitios. Un viaje hay que dejarlo vivir al ritmo de la ciudad y vivirlo al ritmo de tu cuerpo.

 

 

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