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El sabor del té

En muchos lugares de Japón le ofrecerán una taza de té, ya que, bien en su forma más simple o en la más compleja y trabajada, un o-cha es ante todo un símbolo de buena convivencia y de intercambio. Al llegar a un ryokan o a un minshuku, o cuando vaya a casa de alguien, lo primero que le darán será una taza de té con un dulce. En algunos templos, podrá prolongar el estado de meditación provocado por la contemplación del jardín degustando un matcha (té en polvo utilizado para la ceremonia del té que se agita en agua caliente en vez de tomarse en infusión) y un dulce. O incluso puede participar en una de las iniciaciones para los visitantes extranjeros que tienen como objetivo ayudarles a comprender la ceremonia del té.

Esta bebida se introdujo en Japón aproximadamente en el siglo VIII por los monjes budistas procedentes de China. Primero, fue utilizada por este clero por sus virtudes estimulantes durante largas meditaciones. Pero muy rápidamente, el té japonés se distanció del modelo chino para desarrollar su sabor único con un amargor exquisito. El té tradicional japonés es un té verde (es decir, no oxidado) clasificado según el periodo de cosecha. Las mejores hojas reducidas a polvo se utilizan bajo el nombre de matcha para la ceremonia del té. El matcha más famoso es el que se produce en Uji, al sur de Kyoto. Obviamente, existen muchas "recolectas" de té, en función del lugar de producción, del campo y de la cosecha, cuyos conocimientos llegan a ser tan especializados como la enología.

La ceremonia del té, chanoyu (literalmente "el agua caliente del té") o sado (“camino del té"), constituye la quinta esencia de la cultura japonesa. Es un momento en el que se pone en práctica lo mejor de cada cosa: invitados bien elegidos, un día en el que la belleza de la naturaleza del entorno está en todo su apogeo, una pintura o una caligrafía que decora la pared y que ha sido elegida no sólo por sus características artísticas, sino también por su adecuación al momento, una composición floral delicada, los cuencos más hermosos y, por supuesto, el mejor té hecho con los instrumentos perfectos y los ingredientes (té y agua) más sutiles. Esta ceremonia debe respetar cuatro principios básicos: armonía, respeto, pureza y serenidad. Siguiendo estos principios, la belleza es sinónimo de sencillez y de naturalismo a través de objetos "en bruto" o de los pabellones de té, cuyo despojo y estrechez sorprende a menudo al visitante.

La ceremonia del té fue formalizada por el gran maestro Sen-no-Rikyu en el siglo XVI, cuya vida y trágica muerte fueron relatadas por Yasushi Inoue y llevadas a la pantalla en la película "La muerte del maestro de té". En Kyoto podremos seguir sus pasos visitando el templo de Daitoku-ji, del que fue discípulo y donde se encuentra su tumba. Se han habilitado también varias habitaciones, así como el jardín del templo Chishakuin. Al sur de Kyoto, en la ciudad de Oyamazaki, se encuentra en el templo Myokian el pabellón de té construido por Sen-no-Rikyu, que presenta la quinta esencia de su pensamiento. Este pabellón está catalogado en la actualidad como Tesoro Nacional. Otro gran maestro del té, Kobori Enshu, concibió varios jardines en Kyoto, entre ellos el del Palacio Imperial de Kyoto, el del palacio Sento o el del templo Nansenji. Pero "el espíritu del té" también se desarrolla en muchos otros lugares, y podrá encontrarlos en particular en ciudades históricas como Kamakura, cerca de Tokyo, o Kanazawa, en el Mar del Japón.

Pero volvamos a aspectos mucho más prácticos. En todos los casos, ya sea en una ceremonia o ante una simple taza de té compartida con su anfitrión o con amigos, no pida nunca azúcar, leche, ni limón, ya que le mirarían como si fuera un extraterrestre. A menudo, para acompañar el té se sirve un pastel, en ocasiones muy dulce y relativamente neutro en sabores como el que se sirve con el matcha. Si lo come antes de beber el té, le dejará en la boca un sabor dulce que aniquilará el amargor que proporciona el té. Por otra parte, las personas sensibles deben tener cuidado de no consumir té verde por la noche, porque su alto contenido en vitamina C puede afectar al sueño. En cambio, el hoji-cha (té verde tostado, muy poco astringente y muy pobre en teína), e infusiones como el mugi-cha (semillas de cebada), o el soba-cha (semillas de alforfón), servidas a menudo al final de las comidas, se pueden consumir a voluntad.

Una expresión que se utiliza a menudo en la ceremonia del té, pero que abarca más ampliamente cualquier degustación de té, es ichigo ichie, esto es, "una vez, un encuentro". Esta expresión quiere decir que cada encuentro alrededor del té es una ocasión para experimentar algo que tal vez no volverá a producirse nunca. ¡Carpe diem con una bebida verde!

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