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¡Japón es zen!

Zen. Un concepto que evoca calma, tranquilidad, paz interior, pero también imágenes más tangibles como jardines de piedra o de musgo, amplias habitaciones con tatami o incluso el arte del té. ¿Viajar zen no sería simplemente viajar a Japón?

Comencemos por recordar algunos hechos históricos y culturales. El zen es una rama del budismo, del mismo modo que el catolicismo es una rama del cristianismo. Nacido en la India, se estableció en Japón en el siglo XIII tras desarrollarse en China con el nombre de chan. Desde el principio, surgen dos formas principales, la escuela Soto, que se enfoca en la meditación y la postura, y la escuela Rinzai, que recurre al koan, esas frases de lógica paradójica. En los numerosos templos esparcidos por todo Japón, ya pertenezcan al zen o a cualquier otra rama del budismo, se puede encontrar esa atmósfera tranquila al visitar lugares cargados de arte y de historia y al caminar por sus hermosos jardines.

Kyoto, la ciudad de los 2.000 templos y santuarios, es sin duda un lugar ineludible para acercarse a esta cultura, especialmente a través de sus jardines. Los más famosos son por supuesto los jardines secos (karesansui), cuya forma no intenta reproducir la naturaleza, sino expresar la Iluminación. Los motivos dibujados en la arena y las rocas moldeadas por la naturaleza y ordenadas por la mano del hombre son una representación del universo. Se considera que el primer jardín de este tipo se creó en el templo Kenchoji en Kamakura, pero hoy en día los más representativos se pueden admirar en Kyoto. En Ryoanji, el más famoso de todos, sentarse en el porche para meditar ante esta obra maestra de piedra y arena aporta una paz innegable. Por ello es recomendable ir temprano por la mañana para evitar la multitud. Sería imposible citar todos los jardines que merece la pena visitar: el Datoku-ji, un complejo de varios templos y jardines, el Nansenji, ubicado en una antigua villa imperial, y tantos otros. Otro tipo de jardín zen menos conocido pero igualmente espectacular es el jardín de musgo. El más famoso está en el templo Saiho-ji, también en Kyoto. Pero este lugar mágico no se descubre fácilmente: el acceso está muy controlado y hay que reservar la visita con mucha antelación.

Como el arte de los jardines, la ceremonia del té se inspira en el espíritu zen. Por otra parte, los grandes maestros del té, como Ikkyu o Sen-no-Rikkyu, eran monjes. La ceremonia, en sí misma muy codificada, celebra la armonía, el respeto, la pureza y tranquilidad, valores presentados por el zen para avanzar hacia la serenidad interior. El viajero no puede pretender, por supuesto, inciarse en esta práctica durante un viaje de turismo. Ya que, en palabras de Lafcadio Hearn, "la ceremonia del té requiere años de formación y de práctica... aunque el conjunto de este arte, así como sus detalles, no signifique más que hacer y servir una taza de té". Sin embargo, en varios lugares, especialmente en los grandes hoteles, ofrecen la posibilidad de asistir a una ceremonia del té "reducida" a menos de una hora. ¡Sensación de estar en otro mundo garantizada! En Tokyo, el Happo-en ofrece esta experiencia en una hermosa casa de té situada en un precioso jardín.

Es posible que prefiera la contemplación solitaria ante una taza de té verde matcha (el té en polvo utilizado para la ceremonia del té) y un jardín zen. Algunos templos lo ofrecen acompañado de algo dulce en tranquilas habitaciones con vistas al jardín. Cerca de Tokyo, en dirección al norte de Kamakura, como por ejemplo en el templo Hokokuji donde se puede disfrutar de un matcha y admirar el magnífico jardín de bambús. Verde intenso por todas partes, desde el contenido de la taza hasta el fondo del jardín. Otro templo destacable cerca de allí es el templo Meigetsu-in. También es posible relajarse bebiéndose un té, disfrutando de las espectaculares vistas de uno de sus jardines a través de una puerta-ventana redonda, símbolo de este "templo de la luna llena". Aunque la atmósfera es menos tranquila que en los templos más pequeños. El Meigetsu-in es muy famoso por sus numerosas hortensias en flor a principios de verano. Son muchos los visitantes que vienen a admirarlas.

Otra sorprendente experiencia gustativa es la cocina del templo o shojin ryori. Exclusivamente vegetariana, sorprende por su variedad y creatividad al combinar sencillamente verduras de temporada, algas, plantas de montaña, soja, tofu y arroz. Exalta el sabor natural de los alimentos presentándolos en composiciones delicadas y refinadas. En este ámbito, Kyoto sigue siendo una ciudad imprescindible, a pesar de que se pueda encontrar una excelente shojin ryori en otras partes. Una comida en el templo Tenryuji (restaurante Shigetsu) o en el de Daitokuji (restaurante Izusen), ambos en el barrio de Arashiyama, supone una buena introducción a esta cocina, pero no olvide reservar con antelación (por ejemplo por la mañana, antes de iniciar la visita del templo).

Para impregnarse aún más del espíritu "zen", ¿por qué no alojarse en un templo? Los shukubo son albergues instalados en templos donde todo el mundo puede quedarse sin discriminación de religión ni de otra índole. La única obligación que imponen (aunque tenga más de sentido común que de obligación) es la de respetar los horarios del templo: cena a las 17:30 ó 18:00 horas, dormir a las 21:00 horas... y despertarse a las 05:00 horas, a la vez que los monjes. Luego, cada uno es libre de asistir o no a los oficios matutinos, por lo general a las 06:00 horas. Al igual que sucede con el resto de alojamientos, existen diferencias significativas en la comodidad y el precio entre los templos, que van desde el albergue juvenil hasta el templo catalogado. El monte Koya es el lugar más famoso de Japón por sus shukubo. Forma parte de la escuela shingon, no de la escuela zen, y se trata de un lugar declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco e impregnado de una hermosa serenidad. Unos cincuenta templos ofrecen los shukubo que dejarán al visitante un recuerdo inolvidable.

Por último, para aquellos que deseen profundizar en esta experiencia espiritual, algunos templos ofrecen iniciaciones al zazen, la meditación sentada, y otros retiros que van de uno a varios días para integrarse en la vida monacal. No hay que olvidar que se trata de una práctica religiosa real que requiere de una auténtica motivación y de un gran respeto por la vida en común. En Eiheiji (prefectura de Fukui), el templo principal del zen Soto, los practicantes de zen experimentados pueden integrarse en la vida del templo durante dos o tres días. Otros templos son menos estrictos, como los templos Soto que se enumeran en la web de esta escuela o el Taizo-in, en el interior del Myoshinji en Kyoto, por ejemplo.

Y para respirar serenidad, no olvide perderse por los magníficos paisajes de la naturaleza japonesa.

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