Experiencias de viajeros

Vivir la excepcional belleza de Japón

Las fugaces flores de los cerezos reflejan una sensibilidad hacia el tema de la impermanencia, muy extendido en la cultura japonesa. En un mundo cambiante, el momento presente es una constante inmutable. Las artes y la cultura de Japón ofrecen muchos caminos hacia una apreciación más profunda del «ahora», el único tiempo del que disponemos para hacer cualquier cosa.
 
El valor de cada momento irrepetible queda patente en el sado (la Vía o Camino del Té) y sus ceremonias del té. Cada encuentro entre anfitrión e invitado es una oportunidad única en la vida. Lejos de las preocupaciones de la vida cotidiana, en la ceremonia se comparte un momento de tranquilidad, con las mentes asentadas por el elegante ritual de servir y tomar el té.

Experimenta en persona esta hospitalidad clásica y atemporal en una ceremonia del té privada con el renombrado maestro Sokyu Nara en Koko-an, un salón de té del siglo XVII situado en la histórica ciudad de Kanazawa. Los pequeños detalles de la serena y ordenada sala de té contribuyen a crear un momento de intercambio irrepetible: la elección del arreglo floral de temporada, el pergamino colgante o los utensilios de té te ayudarán a abrazar el espíritu del wabi-sabi, la belleza de la fugacidad y la impermanencia. Tendrás el lujo de disponer de tiempo para observar cada detalle en la sencillez sin adornos del salón de té: la belleza de cada utensilio de té, los hábiles movimientos y la concentración del maestro, el sonido del agua al caer en el cuenco, el fresco aroma del matcha cuidadosamente batido. Este es un momento de reflexión, para relajarse en el silencio y apreciar un único momento compartido del Japón tradicional.

Si deseas saber más sobre los entresijos y la estética del sado, considera la posibilidad de visitar el Museo Nezu de Tokio. Descubre su excelente colección de utensilios para la ceremonia del té, muchos de los cuales datan del siglo XVI, y un frondoso jardín paisajístico que contiene cuatro pequeños salones de té. Además, las exposiciones del museo presentan algunas de las mejores artesanías de Japón. También tendrás la oportunidad de ver ejemplos de objetos de cerámica «curados» con laca y oro en polvo, una técnica conocida como kintsugi (que significa literalmente «unión de oro»).

El kintsugi no pretende enmascarar los daños causados a un objeto, sino celebrar su historia. El artista resalta el patrón único de astillas y grietas aplicando laca japonesa urushi a las roturas, puliéndola pacientemente hasta dejarla lisa, y recubriéndola después con una preciosa capa de oro, plata o incluso platino. Esta aceptación y apreciación de la belleza de la imperfección también forma parte del wabi-sabi, donde «wabi» encuentra aprecio en la sencillez y «sabi» observa el paso del tiempo. Este concepto innatamente japonés es importante no sólo en el kintsugi, sino en la estética y el arte del país en su conjunto. 

Puedes aprender las técnicas tradicionales del kintsugi de la mano de Showzi Tsukamoto, quien lleva más de 50 años practicando este «arte de la imperfección». En su taller de Tokio, los visitantes interactúan con el propio maestro para hablar de la belleza que expresa el kintsugi y conocer en primera persona los principios que sustentan este arte contemplativo.

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