Una reciente ola de festivales de arte contemporáneo ha llenado de vida comunidades rurales a lo largo de Japón. Fram Kitagawa, director general de la icónica Trienal de Arte de Echigo-Tsumari nos acerca a los entresijos de estas singulares celebraciones del arte y la cultura.
Fram Kitagawa
Fundador, director artístico y presidente de la galería Art Front
Fram Kitagawa lleva dirigiendo la Trienal de Arte de Echigo-Tsumari desde su comienzo en 2000. También ha participado en otros importantes festivales de arte como la Trienal de Setouchi, el Northern Alps Art Festival (Festival Artístico de los Alpes del Norte), y la Trienal de Oku-Noto.
Este festival artístico sucede cada tres años en Echigo-Tsumari, una zona de Niigata conocida por sus duros y nevados inviernos. Lanzamos este festival en 2000 con la intención de revitalizar áreas que se enfrentaban a la despoblación y los desastres naturales. Nuestra misión era mostrar la belleza natural y la cálida hospitalidad local a través del poder del arte. Esta intención no iba dirigida sólo a los visitantes, yo quería recordar a la gente local lo maravillosas que son sus poblaciones y ayudarles a recuperar el orgullo de su cultura y sus tradiciones.
Creo que los artistas comprenden en profundidad las características únicas y las dificultades de las regiones donde habitan. A través de su trabajo podemos acceder a nuevas perspectivas y forjar una conexión única con la zona. Personalmente, creo que el arte es como un bebé. Por ejemplo, en zonas rurales, los niños y niñas son criados y apoyados no sólo por sus familias, sino por toda la comunidad. El arte es igual: puede crearlo una sola persona, pero se necesita el apoyo de la comunidad para mantenerlo vivo y que crezca. Ésta fue una de las principales ideas que originó este proyecto.
No fue un camino de rosas, la verdad. Al principio resultó difícil conseguir la aceptación de la población local. A muchos habitantes de avanzada edad no les hacía gracia acoger en su territorio tantas caras desconocidas en un evento de tal magnitud. Pero tras unas cuantas ediciones, no sólo hubo aceptación, sino que se forjaron relaciones significativas entre la comunidad local y una nueva generación de artistas y entusiastas del arte.
A lo largo de los años, he disfrutado de ver a gente de las ciudades e incluso de otros países involucrarse en diferentes aspectos de este proyecto. El número de visitantes se ha ido incrementando establemente, con más de medio millón de personas en el evento del 2018. Espero que aumente la partición en años venideros.
Arrozales en terraza de Hoshitoge (Tokamachi-shi, Niigata)
"Tunnel of Light" (Túnel de luz), de Ma Yansong/MAD Architects
Foto: Osamu Nakamura
Es uno de los pocos festivales de arte que suceden en un área rural. Los eventos de mayor fama, como la Bienal de Venecia o la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de París, ocurren en grandes ciudades. Sin embargo, Echigo-Tsumari sucede en un entorno agrícola, donde las instalaciones se levantan junto a arrozales, bosques, ríos y casas abandonadas. La belleza natural del paisaje y el modo de vida lento contrastan enormemente con el frenesí de junglas urbanas como Tokio.
Queríamos poner el foco en el paisaje rural. A lo largo de la Historia, han sido la tierra, el clima, la flora y fauna quienes han dado forma a la cultura y al arte de cada lugar. Queríamos enfatizar y contribuir a esa relación profunda. Así, los visitantes que llegan aquí no sólo experimentan el arte, también se acercan al estilo de vida agrícola, degustan deliciosas comidas, se sumergen en aguas termales y experimentan este entorno de tranquilidad. Los niños suelen aburrirse pronto en museos y galerías de arte, pero aquí pueden correr por los campos e interactuar físicamente con las instalaciones artísticas. Es un evento perfecto para visitar en familia.
A través de este proyecto la gente puede sentir el atractivo de vivir en el campo. A mí personalmente no me gusta vivir en la ciudad: nadie te saluda por la calle y hay demasiada estimulación sensorial. Tomarse el tiempo de regresar a nuestras raíces puede hacernos recordar que somos parte de la naturaleza.
Aunque la Trienal sucede cada tres años, en cualquier momento se pueden visitar las exposiciones permanentes. Por ejemplo, la enorme escultura floral de Yayoi Kusama titulada "Tsumari en flor", así como la "Casa de Luz" de James Turrell.
"House of Light" (Casa de Luz), de James Turrell
Foto: Tsutomu Yamada
"Tsumari in Bloom" (Tsumari en flor), de Yayoi Kusama
Foto: Osamu Nakamura
"Palimpsest: Pond of Sky" (Palimpsesto: el estanque del cielo), de Leandro Erlich
Foto: Keizo Kioku
"The Last Class" (La última clase), de Christian Boltanski+Jean Kalman
Foto: T.Kuratani
Igual que en Echigo-Tsumari, la Trienal de Setouchi comenzó como una iniciativa para revitalizar comunidades locales. Naoshima, una isla en el mar interior de Seto, es famosa desde hace años por su arte y arquitectura a cargo de Tadao Ando. La organización de la trienal quería llevar ese concepto más allá incluyendo más pequeñas islas cercanas.
Por supuesto, el evento exhibe numerosas obras de arte brillantes de artistas tanto reconocidos como emergentes, pero creo que la mejor parte es cómo muestra las características propias de cada isla. Muchas de las instalaciones artísticas se funden con el entorno, o llaman la atención sobre él, ya sean las hermosas vistas de la costa, los exuberantes bosques o los serenos paisajes pastorales. Además, fuera de las fechas de la trienal, se pueden seguir visitando los museos y las instalaciones permanentes de la región, con obras de artistas tan destacados como Lee Ufan o Yayoi Kusama.
"Pabellón Ogijima 2022", de Oscar Oiwa + Shigeru Ban
Foto: Keizo Kioku
"Porte vers l'infini" (Puerta al infinito), de Lee Ufan (2019), Museo Lee Ufan
Foto: Tadasu Yamamoto
"Narcissus Garden, 1966/2022" (El jardín de Narciso 1966/2022), de Yayoi Kusama.
Esferas de acero inoxidable ©Yayoi Kusama
Foto: Masatomo Moriyama
Cortesía de Benesse Art Site (Naoshima)
Existen además muchos otros eventos artísticos por todo Japón, como la Trienal de Aichi y el Reborn-Art Festival en la zona de Tohoku, que resultó afectado por el Gran Terremoto del Este en 2011. Creo que merece la pena visitar estos eventos no sólo por el arte, sino para descubrir todo lo que cada región tiene para ofrecer.
"White Deer – (Oshika)" (Ciervo blanco - Oshika), de Kohei Nawa
Foto: Yukihide Nakano
Cortesía de Reborn-Art Festival
Tanto la Trienal de Setouchi como la de Echigo-Tsumari han ayudado a reavivar y llevar la atención hacia tranquilas comunidades rurales, enriqueciendo la vida de sus habitantes, de artistas y aficionados al arte. Nos recuerdan que el arte es una experiencia espacial e inmersiva. No debería degustarse en solitario, sino como una extensión de la comunidad. Creo que el arte es poderoso. Pero más poderoso aún es cómo compartimos el arte.
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