Experiencias viajeros “Siempre que viajo a Japón vivo situaciones que me dan pequeñas lecciones vitales”
Alex Pler, propietario de la librería Haiku, es un amante de la cultura japonesa. Este barcelonés ha viajado en varias ocasiones a Japón y ha tenido la oportunidad de conocer su idiosincrasia y sus tradiciones en profundidad.
En esta entrevista nos cuenta cuáles son sus lugares favoritos de Japón, sus librerías preferidas, nos recomienda los mejores libros para iniciarse en la literatura japonesa y también nos habla de sus propias obras. Acompáñanos en este recorrido literario por Japón para estar un poco más cerca de una cultura que nunca deja de sorprender.
P. ¿Cómo surgió tu pasión por Japón en general y por la literatura japonesa en particular?
R. Como mucha gente de mi generación, empecé con el manga que empezaba a llegar España; primero con Dragon Ball y después con otras obras como Video Girl Ai o Evangelion. De ahí me fui interesando por otras facetas de la cultura japonesa, como la gastronomía o el bushido. En aquella época había pocos autores japoneses traducidos al castellano, pero como me gustaba leer, me hice con libros de Yukio Mishima y Yasunari Kawabata, que fueron mis primeras lecturas de literatura japonesa, y me atraparon en su mundo donde lo que se insinúa es más valioso que aquello que se dice.
P. ¿Cuándo fue la primera vez que fuiste a Japón y qué fue lo que más te gustó o impresionó del país?
R. Mi primer viaje fue en 2007, con 25 años. Recuerdo que lo primero que me impresionó fue el silencio: por las fotografías que había visto, creía que sería un país ruidoso y caótico, especialmente Tokio, pero todo lo contrario. De repente me encontré en medio de Akihabara, el barrio más tecnológico, siendo yo el único que hablaba en voz alta. A mi alrededor todo era serenidad. Ese contraste me llamó mucho la atención, así como la habilidad que tienen en Japón para aunar lo moderno con lo tradicional.
P. Tienes una librería, Haiku Barcelona, especializada en literatura japonesa. ¿En qué momento decidiste pasar de disfrutar de los libros japoneses a hacerlos tu profesión?
R. Fue una decisión que tomamos junto con mi madre, Marian. En 2010, en plena crisis económica, tuvimos que cerrar la librería generalista que teníamos y nos animamos a apostar por una especialización que nos distinguiera de los demás. Como a mí me encantaba Japón y me costaba encontrar en otras librerías los libros japoneses que me interesaban, la decisión fue clara: abrir una librería japonesa. También entonces decidimos complementar los libros con otros productos culturales: papel de origami, pinceles y material de sumi-e y shodô, utensilios de la ceremonia del té…
P. Además de apasionado de Japón y librero, eres escritor. Justo hace poco acabas de publicar un nuevo libro, ‘Shiawase-dô. Los 15 principios japoneses hacia una vida plena y feliz’, en el que recoges términos ligados a actitudes vitales que nos permiten vivir en plenitud y más felices. ¿Qué aspecto de Japón te motivó para escribir este libro?
R. Mi intención a la hora de escribir ‘Shiawase-dô’ fue la de compartir con los demás todo aquello que he aprendido de Japón, sobre mí mismo y sobre el mundo. La cultura japonesa es muy distinta a la nuestra y por ello tienen otra forma de ver las cosas y de afrontar las situaciones cotidianas. Siempre que viajo allí vivo situaciones que me dan pequeñas lecciones vitales. Escribir el libro me sirvió para poner en orden todo eso que había aprendido en mis viajes y lecturas, con el deseo de que a los lectores les resulte útil para su vida.
P. De los 15 principios japoneses que recoges en Shiawase-dô, ¿cuál fue el que más viviste en Japón? ¿con cuál te quedarías y te gustaría ver en España? ¿Por qué?
R. Todos ellos los he vivido de una u otra manera en Japón. Pero, por ejemplo, en uno de mis últimos viajes viví en todo su esplendor el concepto kikubari, la habilidad innata de anteponer los intereses de los demás a los propios. Estaba perdido en Nara, llegaba tarde a una reunión con un distribuidor, y de golpe cuatro personas de un pequeño restaurante aparcaron todos sus quehaceres para ayudarme: una me preparó la comida (aunque ya no eran horas) otra llamaba a medio vecindario para dar con la dirección, otro dibujaba un mapa… En aquel momento yo era la persona más importante para ellos. Pasé de sentirme perdido a arropado. Creo que podríamos aprender de esta manera de preocuparse por las otras personas, aquí nos hemos vuelto muy egoístas.
P. Tienes otro libro, ‘Hanakotoba. El lenguaje de las flores’, dedicado a todas aquellas palabras japonesas que no tienen traducción directa, un enfoque que nos encanta. ¿Cómo surgió la idea? ¿Tuvo algo que ver en esto tus viajes a Japón?
R. La idea de ‘Hanakotoba’ surgió de mis lecturas a lo largo de los años. A veces en un pie de página el traductor te indicaba que tal palabra significaba algo más extenso y profundo, pero había tenido que reducirla a un término aproximado. También descubría muchas al traducir los haikus que compartimos cada lunes en las redes sociales de mi librería. Cada vez que encontraba una palabra así la iba anotando. Cuando tuve unas cuantas, les propuse a Satori escribir un diccionario de todas esas palabras japonesa que no existen en nuestro idioma y la idea les entusiasmó.
P. De entre todas las palabras recogidas en tu libro, ¿cuál es tu preferida? ¿Y por qué?
R. Me gusta koi-no-yokan, “premonición de amor”, porque sintetiza muy bien algo que he vivido varias veces y que no se ajusta a “amor a primera vista”. Koi-no-yokan es la sensación, casi la certeza, de saber que alguien que acabas de conocer será importante en tu vida. Los japoneses tienen fama de no expresar sus emociones, pero curiosamente tienen palabras como esta que están cargadas de emoción.
P. ¿Qué autores japoneses son los favoritos de tus clientes? ¿Y los tuyos?
R. Aparte de Haruki Murakami, a nuestros clientes les gustan los libros de haikus y zen en general y las obras de Natsume Sôseki, Osamu Dazai, Banana Yoshimoto… Mis autores japoneses favoritos serían Yukio Mishima, Hiromi Kawakami, Yasunari Kawabata y Junichiro Tanizaki. También Haruki Murakami, claro, por tópico que resulte.
P. ¿Qué libros recomiendas para planear un viaje a Japón?
Para tener un vistazo general de la cultura japonesa recomiendo ‘Un geek en Japón’ de Héctor García; aunque está dirigido al público joven, creo que es un libro que ayuda a entender muchas facetas de Japón. Como guía de viaje, dependerá mucho del tipo de viaje, número de días y demás, pero me gusta ‘Japón perdido’ de Alex Kerr porque rompe un poco con la idealización que tenemos antes de viajar allí. Y para conocer cómo viven los japoneses en su día a día, a menudo recomiendo ‘El cielo es azul, la tierra blanca’ de Hiromi Kawakami; es como una pequeña ventana a los pequeños ritos cotidianos de dos personas que viven en una ciudad de Japón.
P. Si tuvieses que recomendar solo 3 libros de autores japoneses, ¿cuáles serían? ¿Y por qué?
R. En primer lugar, ‘El libro de la almohada’ de Sei Shonagon porque me fascina lo bien escrito que está y que una mujer de la corte del emperador japonés del siglo XI piense y sienta de una manera tan parecida a la nuestra. Después ‘Sendas de Oku’ de Matsuo Bashô, prosa poética que nos devuelve un Japón de naturaleza salvaje que hoy en día ya se ha perdido en gran parte. Por último, recomendaría ‘La casa de las bellas durmientes’ de Yasunari Kawabata porque cada lectura ofrece un nuevo impacto.
P. Si un amante de la literatura japonesa fuese a viajar a Japón, ¿qué 5 lugares que aparecen en libros ubicados en Japón o de autores japoneses, les aconsejarías incluir en su itinerario de viaje? ¿qué 5 localizaciones literarias (de obras que se desarrollen en Japón) le aconsejarías incluir en su itinerario de viaje?
R. Leyendo el ‘Heike Monogatari’, ahora reeditado por Satori, me ha sorprendido que muchos lugares que se mencionan en ese texto del siglo XIII todavía existen y son de los más visitados: el templo Kiyomizu-dera de Kioto, el santuario Itsukushima de Miyajima con su puerta torii, el Tofukuji de Nara… Me di cuenta de que muchas veces viajamos a los sitios sin conocer o ser conscientes de su historia. Confieso que no visito sitios por haber leído sobre ellos en una novela. Sin embargo, el otro día un cliente me regaló la edición japonesa de ‘País de nieve’ de Kawabata, la había comprado en el onsen de montaña que inspiró la obra, y ahora quiero visitarlo.
P. ¿Alguna librería o museo japonés que te haya marcado y que recomendarías a alguien que vaya a visitar Japón?
R. Las librerías en Japón son otro mundo, pero destaco la Tsutaya Books de Daikanyama, en Tokio, porque es gigantesca, con un diseño moderno y luminoso que destaca lo importante, los libros. En el otro extremo me quedo con Morioka Shoten, también en Tokio, un pequeño local en una calle residencial de Ginza donde solo venden un libro: cada semana dedican su espacio a una obra a la que le dedican toda su atención. Es un concepto muy japonés.
En cuanto a museos, me ha marcado el museo de arte digital Teamlab / Borderless, en la bahía artificial Odaiba de Tokio. Un lugar para perderse, explorar, disfrutar, dejarse llevar…
P. Más allá de la literatura, ¿cuáles son tus lugares favoritos de Japón?
R. Son muchísimos… Un viaje que recuerdo con especial cariño fue hace un año y medio, que visité Naoshima y Teshima, islas de pescadores donde empiezan a construir museos de arte contemporáneo e instalaciones artísticas en plena naturaleza. Es una experiencia muy impactante. Al día siguiente fui al Koyasan, la montaña sagrada, y creía que después de haber visto tantos templos en viajes anteriores no habría espacio para la sorpresa, pero me equivocaba. Koyasan es otro mundo, se respira una espiritualidad auténtica. Recomiendo dormir en un shukubo, los templos que alojan a peregrinos, para vivir la experiencia completa.
P. ¿Alguno no especialmente conocido y que recomendarías a nuestros lectores?
Este año he visitado el área de Fukui, que queda entre Kioto, Nagoya y Kanazawa. Ahí fui al templo Eiheiji, que está en mitad del bosque y es espectacular, al castillo de Maruoka, mucho más pequeño que el de Himeji pero encantador, y los acantilados de Tojinbo, que parecen sacados de otro planeta. Es una excursión de un día completo. Cerca hay una zona de onsen muy famosa que no me dio tiempo a visitar: es lo que ocurre en Japón, faltan días para hacerlo todo.
P. ¿Qué es lo que más sorprende de Japón y los japoneses?
R. En mi caso, me sorprende la naturalidad con la que combinan modernidad y tradición: que un templo pueda estar rodeado de rascacielos y que en mitad de ese templo puedas encontrarte una calabaza moteada de la artista pop Yayoi Kusama. Es como si hubieran encontrado el equilibrio perfecto. Siento que los japoneses avanzan hacia el futuro sin renunciar a su esencia.
Por último, nos gustaría proponerte un test de respuesta breve. En nuestra campaña Enjoy My Japan hablamos de las 7 pasiones de Japón y nos gustaría que recomiendes a los viajeros un lugar de Japón o experiencia relacionada con cada una de las pasiones:
- Gastronomía. Un restaurante o plato japonés: los eki-bento, los platos combinados que compras en las estaciones para comerlos en el tren.
- Actividad para realizar al aire libre en Japón: subir a lo alto del santuario Fushimi Inari de Kioto al atardecer, cuando apenas quedan visitantes, y volver a bajar cuando ya oscurece y empiezas a sentir la presencia de yokai.
- Un lugar de la naturaleza: la ruta entre Tsumago y Magome porque todavía te sientes en un grabado de Hiroshige.
- Una ciudad: Tokio. Está pensada para ser cómoda y cuando la exploras a fondo, descubres que es mucho más que neones y rascacielos.
- Una recomendación artística: la Design Festa Gallery de Tokio, en Harajuku, que expone a artistas emergentes. Un laberinto que desborda pasión.
- Un lugar donde relajarse: los cinco jardines zen del templo Tofukuji de Kioto: más tranquilos que el resto de la ciudad.
- Una tradición japonesa que te haya sorprendido: el cariño con que envuelven los regalos, poniéndose su corazón en cada paso del proceso. Es el kodawari. Me parece bello prestar tanta atención a algo tan pequeño.