Blog Experiencias románticas para vivir en Japón en primavera-verano
Una de las mejores épocas para viajar con tu pareja es, sin duda, la primavera y durante toda la temporada estival, ya que te aseguras una buena climatología que te permita disfrutar mucho más de la experiencia y del viaje. En primavera todo son ventajas; los días son cada vez más largos, los rayos de sol son más fuertes y las temperaturas oscilan entre los 19 y 22ºC, la temperatura ideal para poder disfrutar plácidamente de la naturaleza y turismo urbano.
Japón es un país en el que las cuatro estaciones del año se viven muy intensamente. Cada estación tiene su encanto y merece muchísimo la pena, pero una de las épocas más bonitas y populares para visitar esta ciudad es en primavera con el estallido de los cerezos en flor, un auténtico espectáculo para la vista. Puedes disfrutar de ellos mientras paseas por la ciudad o bien sorprender a tu media naranja con un picnic bajo estos preciosos árboles para deleitar a vuestros ojos con su belleza. Pero esto no es todo, descubre por ti misma todo lo que podéis hacer si decidís viajar a Japón durante los meses de marzo y abril.
- Ver amanecer desde la cima del Monte Fuji.
Los meses que más recomiendan para subir al Monte Fuji son julio y agosto, ya que es cuando finaliza aproximadamente la época de lluvias. Una trayectoria de ocho horas de duración y que ofrece refugios de montaña a todo aquel que desee descansar y recargar pilas. Una vez llegados a la cima podréis disfrutar de la montaña icono de Japón y contemplar una de las vistas más hermosas del mundo.
- Hacer hanami o, en otras palabras, observar los cerezos en flor. La temporada oficial de floración de los cerezos suele ser desde marzo hasta principios de mayo, teniendo en cuenta que los sakura florecen paulatinamente de sur a norte del país. Es muy importante a tener en cuenta que la vida de la flor del cerezo es bastante corta, duran aproximadamente un par de semanas. Así que si quieres asegurarte un auténtico festival de flores rosas y blancas en el país nipón, no dejes pasar este momento.
- Acabar el día con fuegos artificiales. Durante el verano de Japón cientos de festivales se celebran por toda su geografía y muchos de ellos incluyen maravillosos espectáculos de fuegos artificiales. ¿A quién no le gusta ver todo un cielo estrellado de colores? Asistir a un espectáculo de esta categoría puede llegar a ser una de las mejores experiencias sensoriales que hayáis vivido hasta entonces.
Todos los espectadores que aseguran haberlo visto reconocen que tiemblan con el sonido de las explosiones, se divierten con los diferentes efectos y se quedan maravillados y estupefactos al ver las preciosas composiciones de colores brillantes. Además, es el momento perfecto para vestir una yukata e integraros con los locales.
- Disfrutar de las playas paradisiacas de Okinawa, el secreto mejor guardado de Japón. Estas islas del sur de Japón cuentan con increíbles playas de aguas cristalinas cubiertas de coral y una naturaleza impresionante. Gracias a su clima subtropical prácticamente durante todo el año podemos conseguir esa sensación de verano en Okinawa, un archipiélago de más de ciento sesenta islas, muchas de ellas deshabitadas que harán las delicias de las parejas más aventureras que deseen explorarlas. Y si preferís un plan más tranquilo, lo mejor será relajarse en las maravillosas playas de arena blanca y aguas turquesa de las Islas Miyako, Islas Kerama o Irimote entre otras.
- Ruta para dos por el Japón milenario, un viaje al Japón de hace tres siglos: la famosa ruta Nakasendo, el antiguo camino japonés que conectaba las ciudades de Kioto y Tokio, y que se extendía a lo largo de quinientos treinta y cuatro kilómetros cruzando el precioso valle del Kiso y atravesando bosques, arroyos, cascadas y casas tradicionales. Uno de sus tramos, entre Magome y Tsumago, de unos ocho kilómetros de distancia, permite realizar una ruta espectacular, y al mismo tiempo, admirar la arquitectura del antiguo Japón, ya que las localidades aún conservan su aspecto original.
- Perderse en un jardín tradicional japonés como el maravilloso Jardín Ritsuin en Takamatsu que fue construido en 1625 y que a día de hoy sigue robando miles de suspiros. Un parque de setenta y cinco hectáreas que llama la atención por sus seis estanques, colinas boscosas, pabellones y puentes, frondosa vegetación y embriagante serenidad. Sin duda, uno de los parques más bellos y espectaculares del país. Ha recibido el prestigioso sello de "Paisaje Excepcional" y no es para menos. El enclave perfecto para hacer fotos con los ojos cerrados y perder la noción del tiempo y de la realidad.