Blog Los polos opuestos se atraen y Japón es el mejor ejemplo de ello

Japón es una ciudad que ha sabido conservar sus costumbres y tradiciones, lo que hace de su cultura algo único. Aunque también es uno de los países pioneros en los avances más modernos, siendo punta de lanza de la tecnología, las ciencias y mucho más. Un país donde la tradición se encuentra con el futuro, y esto es precisamente lo que aporta una magia tan especial a este destino.

Japón es un claro ejemplo de un país de contrastes y viajar a Japón puede convertirse en una experiencia de lo más completa para los dos, porque en un mismo viaje podéis relajaros con su versión más tradicional visitando sus templos, jardines y parques donde la única actividad que se realiza es la meditación. Y también podéis pasar a su lado más frenético y enérgico visitando las ciudades más futuristas del mundo. En ambas versiones encontraréis tradición y autenticidad tanto en su gastronomía, cultura, costumbres y mentalidad de sus habitantes, por lo que viviréis una experiencia de lo más enriquecedora.

Si decidís pasar vuestra luna de miel en Japón, no tendréis ni un minuto en el que no dejéis de sorprenderos. En Japón cada día es una aventura en la que crear recuerdos únicos e inolvidables. Podréis descubrir rincones centenarios en las ciudades más modernas como Tokio u Osaka, dos lugares que sorprenden a todo aquél que las visita, ya que al torcer una esquina en el barrio más concurrido de la ciudad, o entre dos rascacielos, o donde menos os lo esperéis, podréis encontrar un templo o un santuario centenario, un jardín tradicional y mucho más.

Por ejemplo, en el destino más tradicional de Tokio, Asakusa, ofrecen vistas directas del Sky Tree, la torre más alta de Tokio. El barrio popular de Tokio por excelencia os invita a deambular por sus pintorescas calles y descubrir sus tiendecitas de recuerdos o sus restaurantes típicos de barrio. El punto culminante de la visita es, sin duda, el magnífico Senso-ji, el templo más antiguo de Tokio y su pagoda de cinco pisos.

También, a pocos metros de Takeshita-dori, una de las calles de compras favoritas de las jóvenes japonesas, se encuentra el Meiji Jingu, el santuario más importante de Tokio dedicado al emperador y la emperatriz Meiji.

El jardín Hamarikyu se encuentra en el distrito financiero de Tokio y pasear por este lugar es un verdadero viaje a través del tiempo. Rodeado de imponentes edificios, el impresionante paisaje de Hamarikyu, jardín japonés tradicional de la era Edo, se dibuja a base de pinos negros y cerezos.

Para hacer turismo por Japón lo mejor es beneficiarse del tren bala (shinkansen) que te permite recorrer el país de punta a punta en pocas horas. Dentro de las ciudades es una experiencia genial montarse en un rickshaw (vehículo ligero de dos ruedas) donde el conductor os llevará por los mejores sitios contando anécdotas y tomándoos fotos para el recuerdo.

En cuanto a vuestra estancia y hoteles, no tenéis de qué preocuparos, están desde los más tradicionales hasta lo más ultra modernos donde seréis atendidos por robots. Sí, sí, habéis leído bien. En Japón hay hoteles donde los recepcionistas no son personas, son robots dinosaurios que están ahí para sacaros una sonrisa y para atenderos siempre que lo necesitéis.

Podréis deleitar a vuestro paladar con una gastronomía tradicional y vanguardista, y podréis disfrutar del arte contemporáneo, artesanía y tradición como es el caso de la cerámica, el teñido de las telas, los grabados y el taller tradicional de tejido de seda donde podréis comprender mejor la cultura, crearos un recuerdo personalizado como un pañuelo o foulard, y donde tendréis la oportunidad de haceros vuestras propias piezas de artesanía en cerámica, cristalería y papel.

Por todo el país encontraréis templos budistas milenarios, ya que la gran mayoría de los japoneses practican de manera simultánea el budismo y el Sintoísmo, la religión nativa del país. Sus templos os trasladarán atrás en el tiempo, y dónde podréis realizar la meditación zazen tradicional. Aunque también hay opciones que combinan la modernidad, como el monje budista que crea sesiones de música techno en el templo para atraer a las nuevas generaciones. ¿Quién dijo que la música no puede emplearse como medio meditativo? ¡Esto y mucho más os está esperando en el país oriental!